Hermoso
Cupido

Villancicos del Barroco

en la catedral de Zamora

“Hermoso cupido, soberano Rey”

Los villancicos. Esa era la palabra mágica que remitía a las composiciones en castellano que las capillas musicales de las antiguas catedrales españolas, cantaban en algunas de las festividades más señaladas del año litúrgico. No siempre dentro de la catedral, porque el villancico era la pieza que mejor acompañaba las salidas de la capilla hacia conventos, procesiones y romerías, que de todo había. Villancico el género y villanciquero el poeta que se dedicaba a preparar las letras para tal menester, porque esta era una forma musical que, en su letra y en su música, había de respetar ciertas convenciones; entre ellas, que los textos fuesen siempre nuevos, que fuesen siempre adecuados a la festividad, que hiciesen uso de lenguaje metafórico y que la poesía fuese apropiada para cantar, trufada de semánticas e imágenes en las que el músico tuviese margen para desplegar recursos, artificios, con los que representar en solfa lo que el texto decía a cada punto.

Cobaleda/Salazar, Salazar/Cobaleda, son los ejes del programa de esta noche, siempre de música en castellano. Sesenta y tres años de historia de la música en la Catedral de Zamora, los que van desde 1668, la llegada de Salazar, el maestro, hasta 1731 en que muere Cobaleda, el discípulo, con el relevo que se produce tras la muerte del primero en 1710 y el nexo del organista común a ambos, Antonio de la Cruz Brocarte. Ni uno solo de los miles de villancicos distintos, digo bien si los cuento por miles, se ha conservado: apenas dos reliquias de Juan García de Salazar, uno el que hoy presentamos, en la trasera de unos papeles que fueron reaprovechados por el alumno, Cobaleda, para quien el espacio blanco de papel que había quedado cuando su maestro los compuso, tenía más valor que unos villancicos viejos que nunca habrían de volver a ser usados.

De los varios de Cobaleda, sobra decirlo, ninguno está en Zamora. Nos llegan desde Salamanca, desde La Rioja, desde Teruel… en una dispersión que indica una fama, un intercambio y una frecuencia de copia de sus villancicos que estamos, desde luego, muy lejos de poder entender su magnitud.

Es este un programa de contextos, donde hemos querido utilizar los textos para ubicar la labor de los maestros de capilla de la Catedral de Zamora en su entorno español. Por eso, se podrán encontrar dos de los textos que Cobaleda ha puesto en música, aquí los presentamos en concierto por primera vez, compuestos, además de por Cobaleda, por otros dos maestros de capilla de la Catedral de Palencia: Francisco Zubieta y Joaquín Martínez de la Roca.

Alejandro Luis Iglesias

Juan de Padilla (c.1605-1673)
Dos labradores de antaño

Alonso de Torices (1634-c.1684)
Oigan a un ciego, a la Navidad, a 5

Juan García de Salazar (1638-1710)
¡Ay, que dulce prisión!

Amante mío, de navidad, a 6

Querubes, profetas, monarcas, dúo y a 5 con instrumentos de navidad

Alonso Tomé Cobaleda (1683-1731)
Yo soy una labradora

Hermoso cupido

Dulzíssimo Ruiseñor, Cantada Al Santisimo

Ha del mar de mi llanto, villancico al Santísimo Sacramento, a 4

¡Ay como pica!

Antonio de la Cruz Brocarte (c.1658-1721)
Obra de 5. Tono